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miércoles, 21 de junio de 2017

Las curiosas historias cotidianas - Radioactivo

Para empezar, esta historia esta basada en la canción de Imagine Dragons, Radioactive cogiendo algunas de las ídeas del videoclip original, pero no 100%, es decir no estoy inventando una historia resumiendo el videoclip.
Fue realizado en un reto literario en la pagina de siempre, pero esta vez el reto no llego a publicarse.
La historia fue escrita cerca del 14 de mayo de este año 2017.

El día que todo comenzó fue un verano a principios de agosto. Ese día Henry quedó conmigo para irnos al pasar el rato en una casa que tenía en el monte. El cielo ya parecía raro, pero no le di importancia. “No hay que desperdiciar un día de verano” decía él, lo que hacía que cuando viese cosas extrañas, no les prestará atención. Él también solía decir que continuamente perdemos tiempo en pensar en cosas que en nuestra vida no nos van a servir, aunque eso también solía decir cuando se fugaba en el instituto. Yo siempre lo consideraba un sabio por encima de los demás al que tenía como ídolo, aunque por esa época tampoco sabía cómo definir mi personalidad, para mucha gente era un complemento de él. Para mí mismo, su mejor amigo y compañero.

Ese día comenzó a llover y entramos dentro de la casa. Era una cabaña de madera como las que se solían ver en los dibujos animados, de muebles también del mismo material y de esas ventanas de cristal en forma de cuadrado cruzado por una cruz, aunque ofrecía comodidades como una videoconsola de última generación, un Router y un Pc con altavoces. Contaba con 2 habitaciones cada una con baño comunicadas por una escalera, una pequeña cocina y una puerta que iba al jardín trasero con piscina. Lo único que no recuerdo de ese día, fue lo que paso después de entrar a su casa.

Cuando me di cuenta solo había una enorme oscuridad que parecía eterna. Me sentí mal al despertarme, me dolía en cuerpo y estaba manchado de un extraño polvo, además tenía un sabor en la boca raro que me hizo escupir. La habitación donde me encontraba parecía muerta, no había luz y lo poco que mis ojos podían ver era un sofá que reconocí como el de la casa de Henry. Sea lo que sea que había pasado no me había transportado a un lugar desconocido como una película de ciencia ficción.

Estaba en la misma casa donde iba a pasar un fantástico día, pero mi anfitrión no se encontraba conmigo, solo había un gran silencio e imaginé que debía ser de noche. “El cielo hoy estaba muy raro quizá me hubiese dado un golpe de calor” pensé en ese momento, aunque lo descarté tan pronto como vino a mi mente, no creo que Henry me hubiese dejado inconsciente en el suelo a saber cuántas horas, aunque recordaba que era de día cuando llegué.

“¿Sullivan, cuanto tiempo vas a estar en el suelo?” me vino a la mente de repente. Y era verdad llevaba un buen rato en ese incomodo suelo de madera, así que empecé a levantarme lentamente, sentía como si me hubiesen atropellado o aplastado un montón de elefuntes.

En cerca de diez minutos conseguí ponerme en pie correctamente, lo habría celebrado con un ridículo baile, pero tal y como estaba que creía que mi sistema colapsaría de un momento a otro y sin nadie que pudiese verme hacer el ridículo no tenía ni pizca de gracia.
Mi primer impulso como ser numano fue buscar una fuente de luz en la casa, con una vela y una cerilla serviría y al ser una casa rustica debería haber pese a que hace siglos que ya no se usaban.
La encontré en poco tiempo, el dolor parecía haberse ido por completo y con un poco de maña conseguí encender la vela, era de las antiguas que iban con un platito de metal y que podías meter los dedos en ella para llevarla cómodamente.

Al encenderla comprobé con horror el lugar donde creía que iba a pasarlo bien, el sofá iluminado con la luz de la vela tenía manchas de color rojizo junto a polvo que parecía ceniza, el televisor no tenía pantalla y la bobina que hacía que funcionase había explotado quemando la consola y el Router, aunque el fuego que algún momento se hubiese producido debido a esa cadena de sucesos parecía que hace tiempo que se había extinguido. Cuando giré para mirar las escaleras me reí, no fue porque estuvieran rotas o desgastadas, estaban perfectamente bien, la única pega es que no llevaban a ninguna parte. Acababan en un techo de madera improvisado. Era demasiado fuerte para ser una broma y si lo era, Henry se había pasado.

Así que hice lo más inteligente, salir por la puerta. Estando fuera podían atacarme algunos de esos seres que habitan los bosques. Esos seres de cuya apariencia nos reíamos en el pasado. Algunos fueron esclavizados y usados en juegos para ser después abandonados a la mínima.

Y creía que era la opción más inteligente, pero me confundía. Al salir pude comprobar con mis propios ojos los que ellos habían hecho. La luna iluminaba lo que antes había sido un bosque ahora destrozado, la luz no había llegado a la casa porque las ventanas estaban tapiadas.

La culpa la tenía la radiación. De pequeños nos habían enseñado que, en el mundo hacia unos siglos habíamos llegado a un nivel alto de ella. Eso había producido una mutación en algo que creíamos que no tenía vida y esa cosa buscaba venganza. Durante décadas hubo ataques terroristas en torno a esto, pero el mayor ataque fue ese día.
Cuando escapé de aquel lugar y anduve por una carretera viendo cada destrozo que había sido realizado, lo supe, tenía que ser el apocalipsis al menos para la raza numana.

Todavía quedaban humanos y mi amigo, era uno de ellos. Lo que paso aquel día fue un ataque de radiación traído en lluvia ácida y viento. Esa enorme ola hizo que me desmayase y pasar cerca de un año en coma, gracias a la tecnología de mi tiempo y a los químicos no necesité de alimentación, ni agua para que mi cuerpo pudiera sobrevivir.
La raza numana se presentó como un nuevo tipo ser humano que podía vivir pese a que el mundo había cambiado. Se desarrollaba mediante fecundación in vitro añadiendo unos químicos para soportar este caos y para otras cosas como dije antes. Como decía mi madre, la vez que me confesó la verdad “Bienvenido a esta nueva era” años después del suceso que cambio el mundo y donde Henry murió.

Tal y como avecinábamos, era el fin. Los peluches habían ganado la guerra.

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